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La gestión del yo digital

septiembre 8th, 2008 by genisroca

AvatarLa realidad digital está adquiriendo un tamaño tal que hace que ya nadie pueda ignorar su existencia y que todos debamos plantearnos seriamente qué estrategia adoptar para su gestión. En apenas 10 años la realidad digital de las personas, empresas y ciudades se ha convertido en algo que debemos aprender a gestionar, tanto si somos ciudadanos, empleados, políticos o empresarios.

No hace tanto la realidad digital de una persona se limitaba prácticamente a una cuenta de correo electrónico, mientras que en la actualidad ya son muchas las personas que presentan un yo digital tremendamente denso y complejo: múltiples cuentas de correo electrónico; actividad en diferentes redes sociales; creación y aportación de textos e imágenes a distintos espacios; suscripción a flujos de información y conocimiento; espacios web personales; intercambio de opinión; y amigos, muchos amigos y relaciones que sólo se dan cita en esta nueva realidad telemática. Cada vez son más los casos de personas que no conoces bien si sólo conoces su realidad física. Empieza a haber tres grupos de personas conocidas: las que conoces físicamente (más o menos), las que conoces digitalmente (más o menos) y las que conoces física y digitalmente (también más o menos). Y de los tres grupos, el primero de la gente que sólo conozco físicamente es el que más a menudo me resulta más sorprendente y con más gente que, si lo pienso bien, menos conozco y menos me han mostrado su verdadera realidad.

Lo mismo pasa con las empresas, aunque este proceso está yendo a un ritmo más lento. Las empresas también tienen una identidad digital, y si bien hasta ahora la intentaban camuflar tras sus webs corporativas de diseño, la gran conversación en Internet entre particulares que es la Web 2.0 ha supuesto que en estos mundos digitales ya se sepa todo o casi todo de las empresas. Las empresas, conscientes o no, también están en ese plano digital de la vida en el que hay redes sociales, creación y aportación de contenidos, flujos de información y conocimiento, múltiples espacios web y demás elementos que configuran irremediablemente su identidad digital, su verdad digital. Y cada vez son más los consumidores que se interesan por esa dimensión telemática, porque al igual que lo que sucede con las personas, cada vez más investigan tanto la realidad física como la digital para empezar a conocer las cosas realmente.

Y finalmente, está pasando lo mismo con las ciudades. Más allá de sus calles y plazas existe una ciudad digital en la que sus ciudadanos, sus empresarios, sus políticos y algunos turistas están entrecruzándose y entrelazándose para definir la realidad digital de esa población, configurando espacios comunes y vertebrando causas compartidas.

Lo interesante es cuando los primeros gestores y responsables empiezan a ver que la realidad cuenta con esos múltiples planos y lo toman en consideración para su toma de decisiones. Cuando el responsable de selección de personal de una compañía se preocupa por conocer el yo digital de los candidatos; cuando el jefe no quiere sólo el tiempo de oficina de su empleado y se empieza a interesar por su conocimiento y quiere saber donde guarda sus enlaces favoritos por si pudieran ser de interés corporativo; cuando el político empieza a escuchar los foros en los que sus ciudadanos debaten y discuten; y sobre todo, cuando el futuro empleado empieza a valorar si su yo digital se sentirá no sólo cómodo sino potenciado al entrar a trabajar en una compañía u otra; y cuando un ciudadano percibe que pese a la distancia quiere y puede seguir sintiéndose partícipe de la ciudad donde nació o donde se enamoró.

Las empresas deben empezar a diseñar estrategias de captación y retención del talento orientadas específicamente al yo digital de sus empleados, complementando los tiquets restaurante, coche de empresa, guarderías y demás ventajas fiscales que ya ofrecen al yo presencial. Conceptos como clima, oportunidades de progreso, o formación contínua toman ahora matices muy interesantes. Y las ciudades deben empezar a elaborar el censo de su población digital, más allá de los que viven en una calle concreta de su realidad física, y ver qué derechos y deberes hay que desarrollar para esa ciudadanía que puede que esté años sin pisar sus calles… y sin votar. El reto es para las empresas y las ciudades, porque ya son muchos los empleados y los ciudadanos que han descubierto la riqueza de su yo digital, y cada vez le dedican más tiempo y les parece un elemento más importante de sus vidas. Tanto como un buen paseo por la playa, una buena conversación y una buena amistad. El yo digital está entrando en el selecto grupo de las cosas importantes de la vida, y si unos le dedican atención otros deberían revisar sus estrategias.