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Cambios en las formas de acceder a la cultura audiovisual: de productos a interacciones

septiembre 19th, 2014 by genisroca

Visual404: Nuevos VisionadosVisual404 es un interesante espacio de reflexión y análisis sobre todo aquello que tenga relación con lo audiovisual. Alejados de los circuitos comerciales, observan y exploran la cultura audiovisual con rigor, criterio y personalidad, huyendo de la ortodoxia y sin miedo. Una de sus últimas aventuras ha sido preparar un dossier que han titulado Nuevos Visionados en el que varios autores reflexionan sobre como la tecnología está modificando las maneras de acceder, usar y consumir la cultura audiovisual. He sido uno de los afortunados invitados a participar en este ejercicio, y ésta ha sido mi aportación:

 

De productos a interacciones

El artista prepara su obra y cuando considera que la ha terminado la exhibe ante su público. Este ha sido el procedimiento más habitual en todo aquello relacionado con la expresión artística. El poeta prepara sus versos y luego los eleva a públicos. El cineasta filma y monta los planos, y luego los exhibe. El pintor retoca su óleo, y cuando lo acaba lo expone. Producir y luego mostrar. Y al mostrarlo, se entiende que la obra está acabada, terminada. El proceso de creación es más o menos íntimo, y al finalizarlo se expone la obra al juicio del público, el cual muestra su consentimiento o su desagrado. Los críticos opinan, los mercados valoran, las audiencias premian, y para que todo esto suceda hay un proceso de intermediación entre el artista y la audiencia, que es la distribución. Las distribuidoras y las salas en el caso del cine; las galerías y los museos en el caso de la pintura; las discográficas y los conciertos en la música; las editoriales y las librerías en la literatura. Con muchísimos matices, pero esta ha sido la estructura básica del proceso durante siglos. El artista crea, el intermediario distribuye y la audiencia consume. En este esquema el papel de la audiencia es el de espectador, mientras que el rol de creador se reserva para el artista. Yo creo algo, tu lo recibes.

Este es el funcionamiento típico en las industrias orientadas a producto. Lo importante es el proceso de producción y su distribución. Al extremo, es lo mismo tanto si haces una película como si haces una moto. Diseñas un producto y decides si va a ser para una gran audiencia o para una minoría, de dónde se deduce cuál va a ser el presupuesto y cómo la distribución. Una película para las masas, al estilo Hollywood, o una película de pequeños circuitos. Una Honda scooter para la ciudad, o una GasGas que sólo conocen los amantes del trial. Se parece tanto, que muchos diseñadores de motos se consideran artistas. Con razón.

Pero algo está cambiando. Con lo digital la audiencia abandona su rol de mero espectador y toquetea la obra, aunque su autor no quiera. Truca la moto, le cambia el tubo de escape y el sonido del motor es radicalmente distinto. Corta secuencias, captura fotogramas, mezcla, vuelve a montar, distribuye y exhibe. La obra expuesta ya no es un icono a admirar, sino materia prima para la siguiente obra que gracias a la tecnología disponible cualquiera pude pretender hacer.

Ya hay quien cuenta con ello. Crea sabiendo que su obra será modificada, y eso revoluciona todo el proceso creativo. No pretendo que mi versión sea la única: espero nuevas versiones. Deseo nuevas versiones. El éxito es que alguien quiera hacer su propia versión. Si fuera software sería código abierto. Si fuera diseño industrial sería publicar los planos, y no sólo exhibir la pieza. Si es cine es ofrecer los planos descartados por si quieres hacer otro montaje. Te enseño mi obra, pero te ofrezco las piezas por si quieres hacer la tuya a partir de ella. Y eso es aceptar que la audiencia también tiene genio creador, y que no va a ser un mero espectador.

Es una filosofía de vida. Apple diseña para evitar que puedas manipular y modificar sus dispositivos. Considera que los empeorarías. Ferrán Adriá publica sus recetas, y le parece perfecto que juegues con ellas. No te obliga a catarlas sólo si es él quien las cocina. Es más, cree que sobre esa base vas a hacer cosas que quizá le enseñen nuevos caminos.

En arte también hay quien hace obras cerradas y considera que si las toqueteas sólo puedes empeorarlas, y se protege contra ello. Pero cada vez hay más artistas que quieren, desean, necesitan que te incorpores a su trabajo. Ese segundo tipo de artista necesita saber de ti, qué haces, cómo avanzas, qué te interesa. Incluso puede que intente hablar contigo, que busque tu opinión y que idee formas para hacerte partícipe de sus procesos de creación. Es una forma tan distinta de crear, que pide que las formas de distribuir también sean nuevas, y por supuesto también las de monetización. Cambia la manera de ser creador, cambia la manera de ser espectador. Ambos son creadores y ambos son espectadores. ¿Quién es el propietario de qué?. ¿Quién debe pagar a quién?.

Tradicionalmente el análisis de la obra suele hacerse a partir del genio creador y su proceso creativo. Cuáles fueron sus motivaciones, sus impulsos, sus inspiraciones y sus influencias. Los porqués de su obra, los mensajes que quería hacernos llegar, lo que quería hacernos sentir. El creador y su obra suele ser el centro de la acción creativa: lo importante es la producción. Hay mucha teoría sobre cómo se hace el arte, y bastante menos sobre cómo se disfruta. El rol importante es el del creador, no el del espectador. El espectador es anónimo, el artista es célebre. Queda claro quién ha sido el importante hasta la fecha.

Pero las audiencias son cada vez más importantes, y lo valioso es conocerlas e interactuar con ellas. Las empresas de producto se orientan a la producción. Las empresas de servicios se orientan a quién pretenden servir. Las primeras lo saben todo de cómo se hace el producto, y trabajan duro para mejorarlo (y protegerlo). Las segundas lo saben todo de su audiencia y trabajan duro para mezclarse con ella (y hacer cosas juntos). También hay artistas orientados al control del producto y artistas orientados a la interacción con su audiencia. De momento sólo los primeros son masivos, y los actuales modelos de distribución y de negocio sólo les sirven a ellos. Y recurren al marco legal para protegerse ante la evidencia de que la audiencia ya no considera válidos esos modelos. Pese a la ley, la gente coge su obra y la manipula y distribuye como le viene en gana.

Hay un nuevo tipo de artista que considera que lo mejor que le puede pasar a su obra es que la manipules y la distribuyas. Es el mejor síntoma de que han conseguido interesarte o emocionarte. Te has implicado. Y en ese contexto el principal activo es conectar con esa audiencia capaz de implicarse en aquello que te mueve. Falta poco para que los museos ya no se definan por su fondo artístico, sino por la ciudadanía que son capaces de congregar. El principal activo de una discográfica en Barcelona debería ser que conoce a los amantes de jazz de la ciudad, en lugar de un armario repleto de grabaciones.

Este nuevo modelo no pretende sustituir al anterior. Seguirán habiendo superproducciones tanto en cine como en música o teatro. Y por mucho que se quejen de aquellos que les manipulamos y distribuimos como nos viene en gana, siguen ganando dinero porque se han espabilado y exploran nuevos modelos comerciales. Lo que me interesa, y mucho, es como esos nuevos artistas más colaborativos idean nuevos modelos de financiación de sus proyectos, de distribución de su obra y de interacción con sus audiencias, al margen de los circuitos ortodoxos ya que éstos sólo funcionan para lo masivo.